El fascismo fue un movimiento político que surgió en la Europa del primer tercio del siglo XX y que encontró acomodo tanto en España como en el País Vasco, así que -a diferencia de la imagen que se ha trasladado- esta región no resultó impermeable a su atracción, sino que desempeñó un papel fundamental en el desarrollo del fascismo español. Destacados intelectuales, acuciados por el contexto crítico que se abrió con la aparición de la sociedad de masas y sus desafíos, contribuyeron a la formación de esta cultura política en nuestro país. Además, los principales partidos fascistas, entre los que destacó Falange Española, se implantaron en las ciudades vascas de manera similar a como lo hicieron en otras regiones. La Guerra Civil supuso un punto de inflexión para este movimiento: si bien en un primer momento, en dos de las provincias vascas, leales a la República, hubo de hacer frente a la violencia de retaguardia, su integración en la coalición golpista le abrió las puertas a un crecimiento exponencial. Paradójicamente, como se vería durante la institucionalización de la dictadura, el fracaso del fascismo para conquistar el Estado por sus propios medios lo conduciría a unas cuotas de influencia y de poder que nunca hubiese alcanzado de otra manera.