Tiene en sus manos un libro poderoso. Contiene historias de personas desgarradas por las vueltas de la vida y reconstruidas por el amor de Dios. Es posible que, al leer los capítulos de este libro, usted se vea reflejado como en un espejo. Probablemente piense que su vida no tiene mayor sentido, que no hay perdón ni esperanza para su vida. Sin embargo, cada uno de estos relatos lo inducirán a creer en un poder que está más allá de usted, pero muy cerca de su realidad. La gran necesidad de cada hombre y mujer es la oportunidad de Dios: la oportunidad para renacer, la oportunidad para gozar de una nueva vida con sentido, la oportunidad para reconstruirnos y reconstruir nuestra familia.
¿Por qué somos llamados tú y yo a compartir nuestra fe? La respuesta es simple: de eso dependen nuestro propio crecimiento espiritual e incluso nuestro destino eterno. Testificar no tiene que ver con llenar la iglesia con miembros nuevos. No tiene que ver con el crecimiento institucional ni con alcanzar objetivos. Compartimos el evangelio a fin de glorificar a Dios y preparar a la iglesia para encontrarse con Jesús cuando regrese. Y logramos eso al compartir a Jesús.