Las fuentes de análisis para la sociología cultural son múltiples y pueden ser tan diversas como las obras literarias que se estudian aquí del escritor estadounidense Philip K. Dick (1928-1982), uno de los narradores de novelas y cuentos de ciencia ficción más importantes y revolucionarios del siglo XX. Sus escenarios futuristas muestran temas claves para entender el presente: el sentido de lo humano, la entropía de los mundos sociales y sus objetos, la guerra, los poderes políticos, la evolución humana. Destaca el tratamiento que da a los rostros de la otredad que se construyen a través de distintos dispositivos electrónicos de vigilancia: individuos y grupos que, por su condición humana o no humana, por su lenguaje, sus deseos, color de piel o situación geográfica, son controlados, excluidos y, en caso extremo, aniquilados. Los mundos que imagina no siempre son opresivos y asfixiantes, como algunos de las distopías futuristas de inspiración orwelleana. En sus textos, la vigilancia también sirve para resistir y defender la individualidad y la libertad, mientras se generan formas alternativas de solidaridad institucional y de cohesión social.
Este libro examina la videovigilancia como mediación tecnológica que permite a distintos actores relacionarse en términos de conflicto, acuerdo y solidaridad en tiempos y espacios determinados. Se discute cómo en espacios privados y públicos las cámaras de vigilancia definen y propician el tratamiento diferencial del crimen, la exclusión social, la disputa por el orden moral y los escenarios de conflicto político; y que si bien estos sistemas han crecido en México impulsados por las políticas de seguridad pública, su presencia ha terminado por incidir en la construcción de relaciones espacialmente determinadas, en la difusión y caracterización moral de hechos criminales, y en la confrontación física y violenta entre actores políticos y sociales.
Este libro es una de las aportaciones más originales que desde la sociología se han formulado para comprender la violencia, un tema axial en México y en la agenda global. A partir de una crítica de los análisis tradicionales centrados en las estructuras sociales, las interacciones y las subjetividades, aquí se sugiere abordar la violencia en tanto acción simbólica y referente de sentido que se inscribe en una red de significación que dice tanto a quienes la ejercen, como a quienes la sufren y atestiguan. Así se admite que la violencia está sujeta a interpretaciones diferenciadas que, al proyectar aspiraciones y temores colectivos, se transforman en narrativas y acciones institucionales que fracturan o refuerzan a las sociedades democráticas.