Las ciencias sociales y humanas, al igual que las ciencias de la salud –incluida la medicina–, son, a la fecha, precuánticas. Si les va bien, en el mejor de los casos, son relativistas, en el sentido de la teoría de la relatividad de Einstein. Es imposible entender el mundo de hoy, la realidad y la naturaleza sin un conocimiento básico de la teoría cuántica. Este libro busca llenar un vacío en una triple dirección: tender puentes entre la física cuántica y las ciencias sociales, tenderlos entre la teoría cuántica y las ciencias de la salud, y pensar, al mismo tiempo, la salud (no ya la enfermedad). El marco genérico es el contexto de las relaciones entre la salud y las ciencias de la complejidad. Una idea de base: la salud no es única –ni principalmente– un problema antropológico, antropomórfico o antropocéntrico.
Pensar la salud, hasta la fecha, es una tarea que jamás se ha emprendido en Occidente, pues la preocupación fue siempre negativa: el rechazo de la enfermedad, la superación de la pobreza y otras expresiones semejantes. Es posible decirlo en términos fuertes y directos: el llamado a la salud coincide con un auténtico giro civilizatorio. Occidente siempre supo solamente de la enfermedad y cómo vencerla; hoy asistimos a los albores de una nueva civilización que se enfoca en aspectos nunca antes considerados. Se trata del desplazamiento de la tradicional y dominante concepción antropológica, antropocéntrica y antropomórfica de la realidad y la naturaleza por una visión más orgánica, horizontal y no jerárquica, en la que la naturaleza y la vida en general se convierten en la fuente de todo valor y sentido, en la finalidad de cualquier consideración ética, axiológica o estética.