Una severa estatua en una plaza, el piadoso vitral de una iglesia, la simpática efeméride en la portada de una revista infantil representan objetos portadores de significado social, diseñados para transmitir una determinada impronta donde el pasado se temporaliza en un presente épico, perpetuo e inamovible. Desde lo alto del pedestal, el héroe nos asegura que las cosas sucedieron así y no de otra manera, aunque el proceso recordatorio puesto en escena tergiverse el hecho que representa.El patrimonio conmemorativo tiene como misión didáctica naturalizar un relato convincente e imponer una determinada visión política para glorificar a las elites dominantes, que diseminan estereotipos adecuados a sus intereses, mientras ocultan los prontuarios correspondientes de ciertos personajes encumbrados en pedestales de mármol de Carrara. El arte conmemorativo puede tener mil calificaciones, la única que no le cabe es la de inocencia.El autor desenmascara, con su agudo análisis y en un estilo ameno, esta sutil operación simbólica que falsea la realidad mediante un discurso verosímil que nos condena a ser pensados con categorías mentales opresoras. En la periferia del mundo, la dependencia no solo es económica. Si después de la lectura de este libro, la observación de una estatua nos provoca cierta inquietud, su objetivo estará cumplido.
Este libro es un escalón importante para el debate que nos debemos los argentinos. Aquí están las pruebas históricas para llegar a conclusiones definitivas. Las citas de los llamados pensadores, que aparecen aquí, una a una, son imperdibles. Penetrar en esta profunda investigación de Marcelo Valko es ganar las armas de la información para buscar la respuesta a la pregunta: ¿qué nos pasó a los argentinos? El autor se propone todo eso: remover el pasado para aprender. En estas páginas se encuentran bien explicados los intereses políticos de Mitre, Sarmiento, Roca y de otras figuras consagradas por la historia oficial. Los intereses agropecuarios de la época y las expediciones previas a la campaña de Roca, de las cuales tan poco se ha hablado. El capítulo de lo ocurrido en ese verdadero campo de concentración que fue la isla Martín García es tan tremendo que el lector no llega a explicarse hasta qué límites de crueldad y de cinismo se vivió en esos años. Sólo se puede describir con los sustantivos que pintan de cuerpo entero el desarrollo de los hechos: prisión, trabajo forzado malsano, hambre, desnutrición, ratas, viruela, cólera, tifus, evangelización forzada, y muerte horrenda. Todo esto con una documentación testimonial irrebatible. Un trabajo revelador y profundo. El libro para el gran debate histórico. DEL PRÓLOGO DE OSVALDO BAYER La pedagogía de la desmemoria es la madrastra de la Historia oficial y hace del olvido, de la pérdida de la identidad, de la amnesia y de la tergiversación su máximo catecismo. El poder tiene pánico de recordar, por eso busca por todos los medios colectivizar la amnesia e impide el acceso a la palabra. Necesita olvidar, porque olvidar es olvidarse de sí misma, de sus responsabilidades, de su fingida ignorancia ante el Holocausto de los pueblos originarios.