Juan Villoro

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    El vértigo horizontal

    Juan Villoro

    La estructura de este libro es un zapping de la memoria y la observación. Las secciones que dan orden a los fragmentos aluden a una manera de habitar la Ciudad de México, todas ejercidas por el autor, quien sobrevivió para contarla.Así, " Vivir en la ciudad" describe escenas de la vida diaria, pasajes de la infancia del autor (las casas vacías de la colonia en la que creció, el último paseo con su abuela) en una ciudad de la que no queda más que la memoria personal y el cuento que con ésta se forja." Personajes en la ciudad" retrata de cuerpo entero al Chilango, pero también a otros habitantes del ex DF, como Paquita la del Barrio o el Rey de Coyoacán, que mueven, cada quien a su manera, multitudes." Lugares" como la zotehuela y su naturaleza de conversatorio, el laberíntico Ministerio Público, el peculiar comercio tepiteño. La variedad temática del libro comprende, además, el cine de luchadores, la ceremonia del grito de Dolores, los parques temáticos, los camellones anónimos, entre muchas otras variantes de la realidad chilanga. " El vértigo horizontal" mezcla prácticamente todos los géneros escriturales en los que Villoro se ha destacado a lo largo de su obra: el artículo que detalla las paradojas de la vida diaria, la crónica histórica que propone una nueva mirada a los grandes episodios nacionales, el pasaje autobiográfico que enmarca los recuerdos en los que se funda una visión de la vida, el cuento de trama certera que nos conduce al asombro; además, en las páginas más altas encontramos esas zonas abiertas donde estas escrituras colindan y se potencian. Cartografía de una región donde el zigzag de la memoria y los rodeos que provoca el tráfico urbano dictan un ritmo cautivante.Desde varias trincheras temáticas, El vértigo horizontal constituye una celebración, pero también una reflexión, sobre de los temas más caros de Villoro, en un libro ambicioso que aspira a la totalidad.

    Conferencia sobre la lluvia

    Juan Villoro

    Conferencia sobre la lluvia aborda una situación teatral por excelencia: hablar en público. Un conferencista extravía sus papeles y el acero lo lleva a decir cosas impensadas. El tema de la charla es la relación entre la lluvia y la poesía amorosa. En el vértigo de la improvisación, el protagonista habla de sí mismo pero no su abandona propósito original: un su mente acuden poetas que han cambiado el clima con sus versos. De manera fascinante se mezclan dos formas del discurso: la conferencia y la confesión. Si un libro depende del lector, una conferencia depende del público. La voz tiene sentido si alguien la oye. Misteriosamente, también define a quien la oye. Escuchar es ser interpretado. «Es una aleta de cuentas una historia amorosa; historia de soledad, en el que el ser humano se busca dentro de las metáforas poéticas que habitan los libros y que dan cuenta, con gran eficacia, de la inaprensible subjetividad humana.» Juan Hernández

    El apocalipsis

    Juan Villoro

    Un guía turístico de Chichén Itzá da una conferencia sobre la teoría maya del fin del mundo para impresionar a una mujer y traicionar de paso todo en lo que ha creído. Tras una caminata iniciática por la ciudad, una niña empieza a sospechar que su papá convive con una familia alternativa en el mundo de los muertos. Un hombre que se dedica a la estadística tiene un tórrido romance con una desconocida que miente cuando está excitada.Personajes que delatan su clandestinidad estando en su propio país; que miran hundirse el terruño desde la cómoda nostalgia del exilio; que cruzan una y otra vez sus fronteras sólo para mirar con ojos frescos el derrumbe de siempre. Los cuentos de Apocalipsis (todo incluido) avanzan con soltura por caminos cuesta arriba: dudosas herencias familiares, arrestos que derivan en partidos de futbol llanero, amigos de toda la vida que funcionan como el mejor de los enemigos; pero también remontan corrientes traicioneras: la necesidad de reinventarse en medio de cada crisis, de sobrevivir a las batallas que se pierden por goliza.Con precisión y enorme sentido del humor Villoro retrata a ciudadanos empeñados en ignora su desgracia, ya sea por sobrevivencia o por deporte, pero también porque esperan que cuando el mundo se resquebraje en mil pedazos, les toque algo mejor.

    Palmeras de la brisa rápida

    Juan Villoro

    Palmeras de la brisa rápida es una de las crónicas más célebres de Juan Villoro y un clásico de la literatura de viajes latinoamericana. Con una búsqueda personal como motor y una encomienda editorial como chasis, este ágil relato concentra una innumerable cantidad de prodigios que sólo la «hermana república» de Yucatán ha sido capaz de engendrar gracias a su historia, geografía y gusto por el sincretismo: pirámides demasiado arduas, platillos de un barroquismo insuperable, ubicuos vendedores de souvenirs, dentaduras exportadas al extranjero, un singularísimo español: las infinitas maravillas de la cultura yucateca.Con una avidez producto de la búsqueda de las propias raíces, Villoro —hijo y nieto de yucatecas— reúne en el interior del mítico Volkswagen en el que recorrió la península a una variopinta serie de personajes: el ajedrecista que desafió a Capablanca, trovadores que renuevan el eterno arte de morir de amor, el más cortés de los grupos de rock duro, una liga socialista de beisbol. A fin de cuentas, y como el propio autor lo define, este es un viaje a un estilo narrativo pero, sobre todo, a un destino emocional. "Si Villoro fue desde joven proclive a la meditación epigramática y el vuelo metafórico, en sus últimos relatos el lenguaje está trabajado hasta volverse consistente con la misteriosa psique de sus criaturas, que se salvan —se transforman— casi por casualidad y tal vez sin merecerlo, como si a punta de purgar un pecado hubieran acumulado los méritos necesarios para dejar de ser culpables, para poder ser, otra vez, lo que son y dejar de traer al diablo." Álvaro Enrigue

    Llamadas de Ámsterdam

    Juan Villoro

    Hay imágenes que llegan para quedarse. La silueta de Juan Jesús, protagonista de Llamadas de Ámsterdam, enfundado en su pesado gabán y caminando bajo la lluvia por una de las más emblemáticas calles de la Ciudad de México es una de ellas. Esto lo confirma la vitalidad que esta breve novela mantiene en el gusto del público a diez años de su publicación. El vértigo de todo ímpetu amoroso, la precisión de los silencios, un humor sutil y carismático, una atmósfera que captura la elegancia del desasosiego, Juan Villoro condensa en estas páginas los elementos de una escritura que ha sabido producir más de un clásico contemporáneo.Llamadas de Ámsterdam es sin duda uno de los libros más entrañables de nuestro catálogo, un título gracias al cual un gran número de lectores se han acercado a nuestro sello y se han hecho parte de la familia Almadía. Por ello, y con el mismo entusiasmo que nos ha caracterizado a lo largo de quince años, hemos decidido publicar esta nueva edición: para que gracias a ella sean más personas las que compartan esta excelente experiencia literaria. «Si Villoro fue desde joven proclive a la meditación epigramática y el vuelo metafórico, en sus últimos relatos el lenguaje está trabajado hasta volverse consistente con la misteriosa psique de sus criaturas, que se salvan —se transforman— casi por casualidad y tal vez sin merecerlo, como si a punta de purgar un pecado hubieran acumulado los méritos necesarios para dejar de ser culpables, para poder ser, otra vez, lo que son y dejar de traer al diablo.» Álvaro Enrigue «Varios de los cuentos [de Los culpables] tienen chistes memorables, como para llamar a alguien por teléfono y contárselos. Los siete están escritos en primera persona y, aunque se trata de personajes tan disímiles como un limpiavidrios de rascacielos, un futbolista en las últimas y un guionista drogadicto, el narrador mantiene un tono similar, lúcido y más o menos resignado. […] El mexicano ostenta un sentido agudo de la observación y un manejo de la escritura —de la relación con el lector— que explica su fama y su prestigio en la literatura iberoamericana.» Agustín Valle

    Los culpables

    Juan Villoro

    Cuando comencé a colaborar con Almadía, hace casi tres lustros, ya concebían sus colecciones como un regalo para los lectores. Los Culpables fue el primer libro que les diseñé, es 2007. Pensé en una propuesta gráfica que sorprendiera: el reto consistió en traer al papel la atmósfera colorida, táctil y artesanal de Oaxaca. Supe que tenía la oportunidad de hacer algo distinto en términos de diseño gráfico. Leí el libro y me divertí muchísimo; los cuentos son cortos y con un sentido del humor excepcional. Platicando con el equipo, acordamos que la imagen emblemática de la portada debía desprenderse de la frase La culpa es de la iguana , que abre el quinto relato del libro, El crepúsculo maya . La doble portada de Los culpables inició un doble juego que pervive hasta hoy. En ese entonces, Juan Villoro comentó que así como la iguana cambia de cuero, los libros de Almadía son despellejables y la camisa es una segunda piel que deja entrever la imagen secreta en la portada. Arriesgué en el diseño porque Almadía se abrió al cambio. Quizá el suaje de la camisa es más atrevido que hemos llevado a la imprenta: el reptil era demasiado grande y en la primera edición la segunda piel fue muy frágil. Desde entonces, esta obra ha sido reimpresa y reeditada muchas veces, convirtiéndose en la que más lectores tiene en la historia de la editorial. A partir de la primera reimpresión, modifiqué el diseño y agregué una rama que atraviesa el cuerpo del saurópsido para darle mayor resistencia y fuerza a la cartulina. Para celebrar su sétimo aniversario, Almadía publicó una edición conmemorativa de esta misma obra en formato grande. Pasta dura e ilustrada por mí. Esos dibujos son miradas tangenciales a los divertidos relatos de Juan. Me parecía un gesto cacofónico traer a lo gráfico imágenes que están descritas en el relato, así que preferí representar escenas que quizás pudieran haber sucedido, convirtiendo las imágenes en satélites del universo narrativo del autor. En esta tercera edición y octava reimpresión, el emblemático saurio vive de manera más discreta en la carátula, y el hecho de que yo haya escrito el pequeño texto que estás leyendo en este instante también es, sin duda alguna, culpa de la iguana.