La naturaleza de la vida es la impermanencia, y con la vida, el ser humano está siempre en proceso de cambio. Pero algo en estas transformaciones permanece inalterable. ¿Qué varía y qué es lo queda en ese tránsito? ¿Cómo se revela lo que somos y nunca dejamos de ser? Vivir es sin duda un riesgo que asumimos a pesar de que esa aceptación entrañe siempre una pérdida. Mitad, de Julieta Valero, es una honda y poética refl exión en torno a los temas más vigentes en tiempos que exigen sumergirnos en cuestionamientos que no acaban nunca de agotarse. Lo que se rompe y lo que brota cohabitan en un lenguaje que se tensa al situar al lector ante sus límites y ante su relación consigo mismo, con la Naturaleza, con los otros. Se oponen y a la vez conviven en una morada desde la que reconstituirnos, ubicarnos en relación con los demás y volver a significar –o intentarlo, al menos– el suceso frágil y vibrante que somos.
"Julieta Valero parece entender la poesía como función esencial de la vida. Elaboración de una lengua propia, hecha de lo que vamos pasando, de lo que se querría que fuera, del mundo. Los materiales de la vida y un exigente trabajo de la lengua. Auto-reflexiva y escéptica, cálida y descreída, plantea y deja abiertas sus cuestiones. […] El lugar de habla es lírico y de revuelta. Hay aspereza, ilusión, preguntas. Una dulzura más allá de lo próximo".
OLVIDO GARCÍA VALDÉS, ABC Cultural
"Traer un hijo al mundo pero ¿de qué estamos hablando?" así comienza Los tres primeros años, poemario cuyo lenguaje se instala en la conmoción ontológica de la maternidad. El mundo es confrontado aquí desde la fractura derivada de constatar la vulnerabilidad más concreta, que además hace indigerible el daño que asoma en cualquiera de las noticias que se ofrecen como desgarrones en este libro. La realidad descubre así una superficie estriada donde lo íntimo y político, los sucesos o la historia son atravesados por una agonía de vida simultánea a una extrema conciencia de muerte. La palabra se hace cargo de aquello que no suele mirarse de frente: el hecho de que el cestillo, el cauce, («albergar una vida es hacer hueco») anuncia también el vaciamiento, el agujero. Poesía de celebración en la que despunta la intuición de que algo queda inevitablemente sustraído con la entrega absoluta a esa raíz que mortaliza y fisura el mundo.