Heródoto es el primer escritor en prosa con una obra extensa conservada: su Historia , en nueve libros. Es además el fundador de la Historia como género literario y como perspectiva intelectual, lo que lo convierte en uno de los mejores representantes de la época dorada del siglo V a. C. Con un estilo directo y claro, nadie duda hoy de su amenidad, su inteligencia y su enorme capacidad para recoger, recontar y criticar los hechos más diversos. Este es el cuarto y último volumen que culmina la obra con la narración de los hechos y batallas más destacados de la Segunda Guerra Médica, como las batallas de Salamina y Platea. Publicado originalmente en la BCG con el número 130, este volumen continúa con la traducción de Historia de Heródoto realizada por Carlos Schrader. Carmen Sánchez-Mañas (Universidad Pompeu Fabra, Barcelona) ha revisado las notas para esta edición.
La Historia de Heródoto constituye el mejor ejemplo en la prosa griega de composición literaria abierta, esto es, no avanza linealmente, sino que intercala todo tipo de digresiones en el argumento central, entretejidas con el pulso firme de quien domina ya el arte de narrar los hechos efectivos de los hombres. La Historia de Heródoto constituye el mejor ejemplo en la prosa griega de composición literaria abierta, esto es, no avanza linealmente, sino que intercala todo tipo de digresiones en el argumento central (en este punto se asemeja a la Ilíada). Tal abundancia de material heterogéneo no se precipita en un caos misceláneo, sino que está entretejida con el pulso firme de quien domina ya el arte de narrar los hechos efectivos de los hombres, que según las noticias que poseemos tenía un siglo de antigüedad. Por añadidura, lo hace desde una perspectiva racionalista e inquisitiva que constituye una innovación fundamental en el desarrollo del espíritu humano. Aparte de su enorme importancia intrínseca, la Historia es la primera obra en prosa que se nos ha conservado. A partir del libro V de la Historia el avance persa se cierne sobre la Hélade, y la historia de Grecia pasa a primer plano. En el quinto se narran las operaciones persas contra Tracia y Macedonia y la sublevación de Jonia, y se retoman las historias de Esparta y de Atenas desde el momento en que se abandonaron en el libro primero. El sexto, que prosigue sin solución de continuidad el contenido del quinto, refiere –tras el ataque jonio a Sardes y la extensión de la revuelta al Helesponto, Caria y Chipre, con la posterior represión de los persas– la Primera Guerra Médica, con dramáticos episodios como la batalla de Maratón –desembarco y derrota persas– y la contraofensiva griega en las Cícladas.
La genialidad de Heródoto consistió en aunar una larga tradición –relatos genealógicos, narraciones fundacionales, noticias de periplos, especulaciones geográficas y relatos etnográficos– para poner al ser humano en el centro de reflexión del nuevo género de la historiografía. El libro tercero de la Historia se ocupa de la triunfal campaña de Cambises en Egipto, con cuya dominación los persas pasan a ser dueños de toda el Asia conocida por los griegos, y, ya en plena África, contra Etiopía y el oasis de Sivah. Heródoto subraya la causa remota de las Guerras Médicas: el propósito persa de hacerse con un imperio universal y sus ansias de conquista que les llevarán al fatal enfrentamiento con los griegos. Se pone de manifiesto el carácter perverso de Cambises, que en Egipto arrasa con lo sagrado y lo profano. El resto del libro narra la conquista persa de la isla de Samos, la muerte accidental de Cambises, la entronización de su sucesor Darío y las primeras medidas organizadoras y represivas del nuevo monarca. En el libro cuarto prosigue el expansionismo persa: Darío ya expresa su deseo de atacar a Grecia, pero antes sojuzga a escitas y libios. En la descripción de ambas campañas Heródoto aplica una técnica ternaria, recurrente en todo el libro y ya en los libros segundo y tercero en el caso de Egipto, con arreglo a la cual se indican en primer lugar las causas de la campaña, se exponen después la etnografía y la geografía del país y se concluye con el desarrollo de las operaciones militares.
La obra de Heródoto prefigura ya muchos de los rasgos esenciales de la historiografía griega; de ella descienden en línea directa los grandes historiadores posteriores helenos (Tucídides, Jenofonte) y de Roma (Polibio; salustio, Tácito…). La obra de Heródoto fue compuesta en principio para ser escuchada, a diferencia de la de Tucídides (el siguiente gran historiador griego), que lo fue para ser leída. Es uno de los escasos rasgos arcaicos de su Historia; por lo demás, ésta prefigura ya muchos de los rasgos esenciales de la historiografía griega: a) multiplicidad de subgéneros (historia de Grecia, universal, de personajes destacados, constitucional, novela histórica…); b) concepción amplia de los contenidos historiográficos: político-militar, etnográfico, mitográfico, geográfico, religioso…; c) observación de estrictas reglas literarias tanto en el estilo como en la estructura; d) aspiración al carácter científico y a contar la verdad; e) interés por el presente o por el pasado próximo; f) búsqueda de las causas de los procesos históricos. Por este carácter formativo de la obra de Heródoto, está justificada la calificación ciceroniana de «padre de la historia»: pues de él descienden en línea directa, admirativa y respetuosa los grandes historiadores posteriores griegos –Tucídides, Jenofonte– y romanos –Polibio, Salustio, Tácito…–. En el libro VIII, tras el avance de las tropas de Jerjes por la Grecia central, con la milagrosa salvación del santuario de Delfos, la acción llega al punto culminante. Los persas ocupan Atenas y la flota griega, anclada en la isla de Salamina, derrota a las fuerzas invasoras en aguas del estrecho, con lo que fuerza la retirada del monarca, quien deja a Mardonio en Tesalia con un nutrido ejército. Éste se ocupará de los preparativos navales y tratará en vano de que los atenienses abandonen la causa griega. La segunda guerra termina con el triunfo griego en Platea y Mícale (libro IX).
Los abundantes viajes de Heródoto por el ámbito mediterráneo y más allá le permitieron no sólo conocer multitud de escenarios relacionados con su Historia, sino conocer culturas y concepciones del mundo diversas. Heródoto nació en Halicarnaso de Caria, en la costa sudoccidental de Asia Menor, poco antes de la campaña del persa Jerjes contra Grecia (480-479 a.C.). Como otras ciudades de la zona, Halicarnaso se hallaba bajo una tiranía apoyada por Persia; su familia conspiró contra el tirano Lígdamis, cuyo triunfo final determinó el exilio de Heródoto a la isla de Samos. Aquí entró en estrecho contacto con el espíritu jonio y amplió el bagaje cultural adquirido en su patria. Después, aprovechando una época de distensión entre griegos y persas, viajó a los principales lugares de la Tierra conocida en sus días, donde recopiló toda suerte de informaciones (en la historiografía griega el procedimiento básico era la observación personal y las fuentes orales, a diferencia de la moderna, más libresca): Egipto –ciudades del Delta del Nilo, Heliópolis, las pirámides, Menfis, El Fayu, Tebas y Elefantina–, Fenicia, tal vez Mesopotamia, Escitia (actual Ucrania), la Magna Grecia y Sicilia. No pudo, en cambio, visitar el Mediterráneo occidental, dominado por una Cartago que rechazaba a los griegos. Además, recorrió la mayoría de las islas y regiones de la cuenca Egea, de Asia Menor y de la Grecia continental, y sin duda residió un tiempo en Atenas. Obtuvo la ciudadanía de Turios, donde se consagró a la redacción de su obra, que no quedaría terminada hasta los primeros años de la Guerra del Peloponeso. Se ignora la fecha (c. 430 a.C.) y el lugar de su muerte, sumida en la bruma que él disipó de la historia. A partir del libro VII se aborda el último y más crucial enfrentamiento entre griegos y persas: la Segunda Guerra Médica. Tras la muerte de Darío cuando se disponía a organizar una nueva campaña contra Grecia, Jerjes, el nuevo monarca, decide entrar en guerra y lanza una formidable expedición desde las diversas zonas del imperio. El ejército cruza el Helesponto por unos puentes hechos ex profeso y avanza hacia el norte de Grecia, con innumerables efectivos terrestres y navales. Heródoto describe los preparativos de la resistencia griega, la progresión naval y terrestre de los persas hasta el sur de Tesalia y el enfrentamiento en las Termópilas (por tierra) y en Artemisio (por mar).
Heródoto, a quien Cicerón llamó padre de la historia, obró la transición, decisiva para la humanidad, de una concepción mítica a otra racionalista e ilustrada en la interpretación de las acciones de los hombres. Heródoto (Halicarnaso de Caria, c. 484 a.C.), a quien Cicerón llamó padre de la historia, obró la transición, decisiva para la humanidad, de una concepción mítica a otra racionalista e ilustrada en lo que a interpretación de las acciones de los hombres se refiere. Para narrar las Guerras Médicas que enfrentaron a griegos y persas en el siglo V a.C., relatando desde el pasado lejano al próximo y abarcando todo el mundo conocido en su época (tal es el contenido de su Historia), no se inspiró en los heroicos modelos épicos de Homero, ni en los relatos idealizadores con los que en su tiempo se embellecía la vida de personajes poderosos (genealogías) y la fundación de ciudades (relatos fundacionales), y fue mucho más allá que los logógrafos (sus precursores inmediatos en la narración de hechos históricos) y los géneros geográficos de los periplos y las descripciones de la tierra. Su empeño consistió en preservar del olvido las gestas humanas, y en determinar la responsabilidad moral (a menudo la causa de los males). Con él la época mítica deja de considerarse historia y se convierte en prehistoria de los griegos. Y a partir de él será el ser humano, individual o colectivamente, con sus grandezas y miserias, el centro de ese nuevo género literario que conocemos como historiografía. En el «Proemio», Heródoto declara su intención de salvar del olvido las hazañas de las generaciones que le precedieron, de investigar las causas de las Guerras Médicas centrándose en lo humano y en lo admirable realizado tanto por bárbaros como por griegos. En el libro primero se narra el pasado remoto de los persas: Creso, primer agresor en época histórica contra los griegos de Asia, y su derrota frente a Ciro, fundador del imperio persa. Este primer libro describe el crecimiento del imperio, y se centra fundamentalmente, además de en los persas, en lidios, babilonios y el pueblo nómada de los maságetas, todos ellos víctimas del irreprimible afán expansionista. El libro segundo trata del siguiente pueblo agredido por los persas: Egipto, del que describe geografía y etnografía e historia desde los tiempos más remotos hasta el faraón Ámasis. Traducción y notas de C. Schrader.
Este ebook presenta «Los nueve libros de la Historia» con un sumario dinámico y detallado. El libro de Heródoto tiene como objetivo narrar los enfrentamientos que tuvieron lugar entre griegos y bárbaros y, en concreto, las Guerras Médicas. También contiene una descripción de la historia y costumbres del Antiguo Egipto. Se trata de la primera obra historiográfica griega que nos ha llegado íntegra y está dividida en nueve libros, cada uno de ellos dedicado a una musa. Historiador y géografo griego, Heródoto de Halicarnaso está considerado como el Padre de la Historiografía, debido sobre todo al análisis y descripción del mundo que realizó en su obra Los nueve libros de la historia (444 a.C), fuente clave para los historiadores posteriores e innovadora por estar escrita en prosa y no versificada como era habitual.