Hay lugares y amores que se nos quedan en el alma como un aroma o una canción, como las cosas bellas.A finales de 1958, James Stewart y su socio Harry Jackman llegan a La Habana contratados como detectives por Rafael Santamaría, un próspero hombre de negocios. James queda fascinado con su esposa, Clara Albizu, una misteriosa y elegante mujer de la alta sociedad cubana.Escapando de las miradas indiscretas de la capital llegan a La Vizcaína, la plantación tabaquera de los Albizu. Será allí, a las puertas de la Revolución, donde James conocerá a la verdadera Clara, una mujer luchadora y apasionada dispuesta a todo con tal de salvar la hacienda familiar. James se enamorará de ella como de esa isla criolla y guajira llamada Cuba, la de su admirado Hemingway, la de las cosas bellas que nunca olvidará.
Juntos no existe el tiempo y no tenemos edad. Porque a veces esta unión inexplicable traspasa todo lo físico y se convierte en una promesa de eternidad.Mark y Frank ya son padres de tres hijos y han entrado en la madurez con su pasión intacta, más unidos que nunca y lidiando con la difícil adolescencia de su hija mayor. Será ella, Charlotte, quien pondrá patas arriba la tranquila vida que llevan en Nueva York cuando decida fugarse a Los Ángeles con la intención de probar suerte como actriz.Mientras Mark y Frank intentan traer de vuelta a casa a su díscola hija de quince años, una inesperada herencia hará que Mark tenga que viajar hasta Irlanda.Una vez más tienen que separarse, y su amor se pondrá a prueba de nuevo cuando los secretos del pasado amenacen con tambalear sus vidas. Pero el verdadero obstáculo que deben superar no tiene que ver con la distancia y sí con cumplir la promesa que una vez se hicieron: «En la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe».