Orden fálico. Juan Vicente Aliaga

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Название Orden fálico
Автор произведения Juan Vicente Aliaga
Жанр Документальная литература
Серия Arte contemporáneo
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9788446036753



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      Akal / Arte Contemporáneo / 23

      Directora

      Anna Maria Guasch

      Juan Vicente Aliaga

      Orden fálico

      Androcentrismo y violencia de género en las prácticas artísticas del siglo XX

      Diseño cubierta: Sergio Ramírez

      Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el art. 270 del Código Penal, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes sin la preceptiva autorización reproduzcan, plagien, distribuyan o comuniquen públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, fijada en cualquier tipo de soporte.

      Nota a la edición digital:

      Es posible que, por la propia naturaleza de la red, algunos de los vínculos a páginas web contenidos en el libro ya no sean accesibles. No obstante, por motivos historiográficos, se mantienen las referencias de la edición original.

      © Juan Vicente Aliaga, 2007

      © Ediciones Akal, S. A., 2007

      Sector Foresta, 1

      28760 Tres Cantos

      Madrid - España

      Tel.: 918 061 996

      Fax: 918 044 028

       www.akal.com

      ISBN: 978-84-460-3675-3

      A Alberto, que cambió mi vida.

      Agradecimientos

      Este libro no habría sido posible sin el apoyo infatigable y el aliento de Anna Maria Guasch. A ella le debo la invitación a escribirlo, el entusiasmo puesto en el proyecto y el interés por mi trabajo.

      Soy consciente de mis muchas deudas, que trataré de devolver de algún modo con esta publicación, y estoy seguro de que las reflexiones que pueda aportar se han nutrido del contacto intelectual con amigos y amigas. En Valencia, a José Miguel G. Cortés y a Jesús Martínez Oliva les agradezco que me hayan escuchado y me hayan ofrecido su consejo. A Carmen Navarrete su permanente puesta al día sobre cuestiones feministas. En Madrid me he beneficiado de las aportaciones de Javier Montes, y en París de las combativas proposiciones de Elisabeth Lebovici.

      El título es un préstamo modificado a una sugerencia inicial de Vicente Molina Foix, a quien también doy las gracias.

      Prefacio:

      consideraciones previas sobre el feminismo y la dominación masculina

      Una y otra vez voy notando en estos días cómo se transforma mi percepción de los hombres, la percepción que tenemos todas las mujeres en relación con los hombres. Nos dan pena, nos parecen tan pobres, tan débiles. El sexo debilucho. Una especie de decepción colectiva se está cuajando bajo la superficie entre las mujeres. El mundo nazi de glorificación del hombre fuerte, el mundo dominado por los hombres… se tambalea y con él se viene abajo también el mito «hombre». En las guerras de antaño, los hombres podían reclamar el privilegio exclusivo de matar y morir por la patria. En los tiempos actuales, las mujeres también participamos. Este hecho nos modifica, hace que nos volvamos descaradas. Cuando acabe esta guerra tendrá lugar, junto a muchas otras derrotas, también la derrota de los hombres en su masculinidad.

      Anónima, Una mujer en Berlín

      Todo el mundo es diferente.

      Eve Kosofsky Sedgwick

      Crecí con la violencia que ejercen las normas de género: un tío encarcelado a causa de un cuerpo anormal, privado de familia y de amigos/as, unos primos gays forzados a abandonar la casa de la familia a causa de su sexualidad real o fantasmada, mi aparatosa salida del armario a los 16 años.

      Judith Butler

      Comenzaré por el origen. Nace una criatura. El médico de turno y el equipo de enfermeras/os anuncia feliz: ¡es un niño! o ¡es una niña! A continuación retrocedo a unos meses antes: todavía no ha nacido el bebé pero, de conocer previamente los padres el sexo del niño, empezarían a generar distintas expectativas sobre la ropa que comprar y el color a elegir (¿azul, rosa, otro?), la decoración del cuarto y de la cuna, los juguetes a utilizar en el parque infantil. Y pronto comenzarían también a contestar preguntas de los familiares y vecinos cuyas respuestas serían diferentes en función del sexo del todavía nonato. Todo este conjunto de elementos referidos al espacio, a la indumentaria, al lenguaje constituye la trama preparatoria para la clasificación de la criatura en las reglas hegemónicas de género.

      He iniciado este prefacio con una descripción de lo que podrían ser determinados comportamientos en el seno de la familia donde se producirá la primera socialización del niño o de la niña. Sin mencionarlo explícitamente he tomado ejemplos que hacen pensar en una familia occidental de clase media pero que con algunas significativas variantes, en función de los recursos económicos y de algunas creencias culturales y religiosas, son extrapolables a un buen número de situaciones semejantes. Además del marco familiar, que hoy en día ya no sólo está compuesto de la estructura tradicional, patriarcal y/o nuclear pues existe mayor diversidad de formaciones familiares (madres heterosexuales solteras, padres gays, madres lesbianas…), poco a poco van interviniendo otros agentes educativos o socializadores: uno de los principales es la escuela, y el contacto y roce que provoca entre niños y niñas y con el profesorado. Por supuesto, no puede orillarse en una sociedad ultramediática el impacto de los medios de comunicación (sobre todo la televisión) en la configuración de normas de género.

      Si culturalmente se ha buscado una explicación biológica o genética a las denominadas diferencias de sexo y se pueden encontrar adalides de esta visión del mundo como la antropóloga Françoise Héritier, autora de Masculin/Féminin. La pensée de la différence (1996), no puede extrañar que un gran número de personas atribuyan diferentes roles o expectativas de comportamiento a los sujetos de acuerdo a la idea que se hacen de su sexo. De alguna manera este discurso de base determinista avala la separación de conductas y comportamientos considerados masculinos o femeninos, de ahí que se espere de una persona que se comporte «como hombre» o «como mujer». Sin embargo, es fácil comprobar que muchos individuos no responden a esas posibilidades de ocupar una posición de género que nada tiene de natural y que en realidad está construida social y culturalmente. Además, la posición de género varía y difiere según los grupos sociales y los contextos históricos.