La Marcha De Los Reyes . Морган Райс

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Название La Marcha De Los Reyes
Автор произведения Морган Райс
Жанр Героическая фантастика
Серия El Anillo del Hechicero
Издательство Героическая фантастика
Год выпуска 0
isbn 9781632910677



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rápidamente a varios pasos de distancia de la pared y agitó un brazo a lo alto.

      Reece miró hacia abajo y se dio cuenta de que él estaba ahí. El rostro de Reece se iluminó al reconocerlo ante la luz de las antorchas, incluso desde ahí, y Thor se sintió aliviado al ver la alegría en su rostro. Eso le dijo todo lo que él necesitaba saber. Reece no lo delataría.

      Reece le hizo una señal para que esperara y Thor se acercó rápidamente a la pared, en cuclillas, mientras un guardia volteaba a ver hacia ahí.

      Thor esperó, quién sabe cuánto tiempo, listo para alejarse de los guardias en cualquier momento, hasta que finalmente apareció Reece, por una puerta en el muro exterior, respirando con dificultad, mientras miraba hacia ambos lados y vio a Thor.

      Reece se apresuró y lo abrazó. Thor estaba muy contento. Oyó un chillido y miro hacia abajo y, para su deleite, ahí estaba Krohn, envuelto en la camisa de Reece. Krohn casi salta fuera de la camisa, mientras Reece se agachaba y se lo entregaba a Thor.

      Krohn—el siempre creciente cachorro de leopardo blanco que Thor había rescatado una vez— saltó a los brazos de Thor quien lo abrazó, y el leopardo gemía y chillaba y lamía la cara de Thor.

      Reece sonrió.

      “Cuando te llevaron, él trato de seguirte y lo sujeté para asegurarme de que estuviera a salvo”.

      Thor agarró el antebrazo de Reece, en señal de agradecimiento. Después se rió, mientras Krohn seguía lamiéndolo.

      “Yo también te extrañé, muchacho”, rió Thor, dándole un beso también. “Calla, o los guardias nos van a escuchar”.

      Krohn se tranquilizó, como si entendiera.

      “¿Cómo escapaste?”, preguntó Reece, sorprendido.

      Thor se encogió de hombros. No sabía qué decir. Todavía se sentía incómodo hablando acerca de sus poderes, que él no entendía. No quería que los demás pensaran que era una especie de fenómeno.

      “Supongo que tuve suerte”, respondió. “Vi la oportunidad y la tomé”.

      “Me sorprende que la muchedumbre no te haya matado”, dijo Reece.

      “Está oscuro”, dijo Thor. “No creo que nadie me haya reconocido. Al menos, todavía no”.

      “¿Sabes que todos los soldados en el reino te están buscando? ¿Sabes que apuñalaron a mi padre?”.

      Thor negó con la cabeza, estando serio. “¿Él está bien?”.

      La cara de Reece se volvió sombría.

      “No”, contestó con seriedad. “Se está muriendo”.

      Thor se sintió devastado, como si fuera su propio padre.

      “Sabes que no tuve nada que ver con eso, ¿verdad? Thor preguntó, esperanzado. No le importaba lo que los demás pensaran; pero necesitaba que su mejor amigo, el hijo menor de MacGil, supiera que él era inocente.

      “Por supuesto”, dijo Reece. “O no estarías aquí parado”.

      Thor sintió una ola de alivio y agarró el hombro de Reece, agradecido.

      “Pero el resto del reino no tendrá tanta confianza en ti, como yo”, añadió Reece. “El lugar más seguro para ti es lejos de aquí”. Te daré mi caballo más rápido, un paquete con víveres y te mandaré lejos. Debes esconderte hasta que esto se aplaque, hasta que encuentren al verdadero asesino. Ya nadie está pensando con claridad”.

      Thor negó con la cabeza.

      “No me puedo ir”, dijo él. “Eso me haría parecer culpable. Necesito que los demás sepan que no fui yo. No puedo huir de mis problemas. Debo limpiar mi nombre”.

      Reece negó con la cabeza.

      “Si te quedas aquí, te encontrarán. Te volverán a encarcelar—y serás ejecutado—si no te mata antes la muchedumbre”.

      “Es un riesgo que debo tomar”, dijo Thor.

      Reece lo miró largo tiempo, duramente, y su mirada de preocupación cambió a una de admiración. Finalmente, poco a poco, negó con la cabeza.

      “Eres orgulloso. Y estúpido. Muy estúpido. Por eso me agradas”.

      Reece sonrió. Thor también le sonrió.

      “Necesito ver a tu padre”, dijo Thor. “Necesito tener una oportunidad de explicarle, cara a cara, que no fui yo, que no tuve nada que ver con eso. Si decide condenarme, entonces que así sea. Pero necesito una oportunidad. Quiero que él lo sepa. Es todo lo que pido de ti”.

      Reece lo miró con seriedad, formándose una opinión de su amigo. Finalmente, después de lo que parecía una eternidad, asintió con la cabeza.

      “Puedo llevarte con él. Conozco un camino. Nos lleva hacia su habitación. Es arriesgado—y una vez que estés adentro, estarás por tu cuenta. No hay salida. Entonces no habrá nada que pueda hacer por ti. Podría significar tu muerte. ¿Estás seguro de que quieres tomar ese riesgo?

      Thor asintió con la cabeza con una gran seriedad.

      “Muy bien”, dijo Reece, y de repente extendió el brazo hacia abajo y lanzó una capa a Thor.

      Thor la atrapó y miró hacia abajo sorprendido; se dio cuenta de que Reece debió haber planeado esto desde antes.

      Reece sonrió mientras Thor miraba hacia arriba.

      “Sabía que serías lo suficientemente tonto para querer quedarte. No esperaba nada menos de mi mejor amigo”.

      CAPÍTULO CUATRO

      Gareth paseó por su habitación, reviviendo los acontecimientos de la noche, lleno de ansiedad. No podía creer lo que había pasado en la fiesta, cómo es que todo había salido tan mal. No ´podía entender cómo ese tonto muchacho, ese forastero de Thor, de alguna manera había descubierto su plan de envenenamiento—y aún más, había logrado interceptar la copa. Gareth recordó el momento en el que vio saltar a Thor, derribar la copa, cuando escuchó caerla en la piedra, vio el vino derramarse en el suelo y vio cómo sus sueños y aspiraciones caían junto con él.

      En ese momento, Gareth había sido arruinado. Todo por lo que había vivido había sido aplastado. Y cuando ese perro lamió el vino y cayó muerto—sabía que estaba acabado. Vio toda su vida pasar ante él, se vio a sí mismo descubierto, condenado a una vida en el calabozo, por haber tratado de matar a su padre. O peor aún, ser ejecutado. Fue una estupidez. Él nunca debió haber llevado a cabo ese plan, nunca debió visitar a esa bruja.

      Al menos Gareth había actuado rápidamente; arriesgándose y poniéndose de pie de un salto para culpar a Thor. En retrospectiva, estaba orgulloso de lo pronto que había reaccionado. Había sido un momento de inspiración y para su sorpresa, parecía haber funcionado. Habían sacado a Thor arrastrando y después, la fiesta casi se había calmado de nuevo. Desde luego, nada era igual después de eso, pero al menos, la sospecha parecía caer totalmente en el muchacho.

      Gareth sólo rezó para que se quedara así. Habían pasado décadas desde que había habido un intento de asesinato para un MacGil y Gareth temía que hubiera una investigación, que terminara viendo los hechos con mayor detenimiento. Pensándolo bien, había sido una tontería haber tratado de envenenarlo. Su padre era invencible. Gareth debió haberlo sabido. Había llegado muy lejos. Y ahora no podía evitar sentirse como si fuera cuestión de tiempo hasta que la sospecha cayera sobre él. Tenía que hacer lo que fuera posible para demostrar la culpa de Thor y hacer que fuera ejecutado antes de que fuera demasiado tarde.

      Al menos Gareth se había redimido a sí mismo, después de ese intento fallido, había cancelado el asesinato. Ahora, Gareth se sentía aliviado. Después de ver que el plan había fallado, se dio cuenta de que una parte de él, muy en el fondo, no quería matar a su padre, después