En el claro de un bosque, había una casita de tejas rojas, en la que vivían muy pobremente una mujer viuda y su hija. Las únicas pertenencias de las dos mujeres eran una vaca lechera llamada Sinforosa, y una gallina, de nombre Catalina.
Un buen día, el ratoncito decidió salir de su casa, para ver mundo. Tras la experiencia de visitar la granja y la ciudad, aprendió que las apariencias engañan y, desde aquel día, fue mucho más precavido.