El sendero de los Apalaches es una de las rutas a pie más largas del mundo, que serpentea por casi toda la Costa Este estadounidense. Sin apenas experiencia como excursionista, Bill Bryson decidió recorrer ese camino. Tenía muchas razones para emprender aquel reto: ponerse en forma, conocer mejor su país, adentrarse en un entorno natural único… Por otro lado, la aventura podía presentar no pocas trabas, adversidades y hasta peligros. A pesar de ello, siguió adelante con el proyecto y, cargado con una mochila de cosas inútiles y acompañado de su tosco amigo Katz, inició su particular odisea sin saber cómo acabaría.
LA INFANCIA DE UN CHICO ESTADOUNIDENSE QUE CRECIÓ EN LA DÉCADA DE 1950 Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos entró en una época de bonanza como no se había visto antes. El estilo de vida americano se desplegó envuelto en un aura de felicidad e ingenuidad: se podían comprar hasta cien marcas de helados, la mayoría de los hogares disponían de televisores para ver a Roy Rogers, el vaquero cantarín, y la gente creía que tomarse dos o tres cócteles antes de cenar era saludable. En una de esas prósperas ciudades estadounidenses nació Bill Bryson, que narra en estas fantásticas memorias sus primeros años llenos de entrañables e hilarantes estampas costumbristas, al mismo tiempo que disecciona la sociedad de todo un país.
Australia es el sexto país más grande del mundo y la isla más extensa. Isla, país, continente. Seco, árido, yermo y climáticamente agresivo. Un país donde el gusano más peludo mata con su venenoso pinchazo, donde las conchas marinas no sólo pican sino que se persiguen, donde un tiburón puede zamparte o unas irresistibles aguas arrastrarte mar adentro. Ignorando estas amenazas, Bill Bryson viajó a Australia y se enamoró del país. ¿Quién podría culparlo? La gente es alegre, ingeniosa y atenta, sus ciudades son seguras, limpias, casi siempre se sitúan cerca del agua, la cerveza está fría y el sol brilla con frecuencia. La vida no puede ser mucho mejor que esto.
A Bill Bryson se le ocurrió un día la idea de que dedicamos mucho más tiempo a estudiar las batallas y las guerras de la historia que a reflexionar sobre aquello de lo que en realidad está hecha la historia: siglos de gente desarrollando con discreción sus tareas diarias, comiendo, durmiendo y tratando de vivir con más comodidades, y que la mayor parte de los principales descubrimientos de la humanidad se encuentran en la mismísima estructura de las casas que habitamos. Esto fue lo que le inspiró a iniciar un viaje por su propia casa, una vieja rectoría de Nordfolk, y a pasear de habitación en habitación reflexionando sobre el origen de los objetos cotidianos de la vida. En su recorrido llevó a cabo una cantidad prodigiosa de investigación sobre la historia de absolutamente todo, desde la arquitectura a la electricidad, desde la conservación de los alimentos a las epidemias, desde el comercio de las especias a la Torre Eiffel, desde los miriñaques a los retretes, y sobre las mentes brillantes, creativas y a menudo excéntricas que encontramos detrás de todo ello. Bryson aplica la misma curiosidad incontenible y el mismo ingenio irresistible que hicieron de Una breve historia de casi todo uno de los libros más elogiados de la última década, y ofrece uno de los libros más entretenidos y esclarecedores sobre la historia de nuestra forma de vida.
El verano de 1927 estuvo lleno de hazañas legendarias, villanos, inventos revolucionarios, catástrofes y decisiones trascendentales: Charles Lindbergh cruzó el Atlántico en avión por primera vez, Al Capone llegó al momento álgido de su poder, nacieron la televisión y el cine sonoro, el Misisipi causó la mayor inundación de la historia estadounidense y la Reserva Federal cometió el error que precipitaría la Gran Depresión. En esos pocos meses, Estados Unidos y el mundo cambiarían para siempre. Con su ingenioso talento narrativo, Bill Bryson recoge estas y otras muchas historias para recrear un periodo memorable de la humanidad.
Nos pasamos toda una vida con un solo cuerpo y casi no sabemos cómo funciona. Desde los genes hasta nuestra capacidad de hablar, pasando por nuestras constantes adaptaciones al medio y los riesgos que corremos, este libro nos descubre que nuestro microcosmos es un verdadero milagro, lleno de prodigios y de secretos asombrosos. Explicar el cuerpo humano en toda su integridad, y hacerlo para todos los públicos, solo está al alcance de un autor como Bill Bryson. Con su habitual talento narrativo, su capacidad para sintetizar amplios conocimientos y su cultura para revelar datos sorprendentes, Bryson demuestra que es el mejor y más divertido guía para emprender un apasionante viaje hacia nuestro interior. «El cuerpo humano es un mapa de las maravillas, un recorrido por un miembro minúsculo» THE GUARDIAN