Este cuaderno es una invitación a encontrarte y desarrollar tu intuición a través de un viaje por los arcanos del tarot. Este viaje que harás a través de la vivencia de la energía que cada arquetipo conlleva y que también llevamos dentro, es un viaje que no tiene tiempo, se hará a tu propio ritmo, descubriendo luces y sombras, integrándolas, reconociéndolas.
Esta invitación entonces es a auto-re-conocerte, desplegando herramientas que te permitirán conectarte con los colores, los sabores, los sonidos, los olores del mundo que te rodea, es decir de tu propio mundo.
Entonces como dice su autora:
El rescate a la intuición no se dará a partir de lo que leas, sino a partir de lo que hagas con esto que leas.
Este libro nos convoca alrededor de la hoguera, late el corazón como un tambor que nos llama a reunirnos en ceremonia, descalzos, desnudos… con los pies golpeando la tierra para despertar-nos y en ese despertar reunirnos con ella en un abrazo cósmico. En esta ceremonia la autora nos susurra y a su vez abre el caudal de su pecho para hablarnos de la maternidad, ese acto/hecho/misterio en nuestra vida que tiene un alcance mucho mayor que el sentido «natural». Maternidad, palabra que nos reúne en un sendero, en un camino, que nos reúne en el cruce del mar, en la tierra habitada, en el desarraigo, en el encuentro con otros ojos/cuerpos/vidas… Maternidad donde el amor se hace presencia y también desesperación, noche, silencio, bosque… Este libro lo escribe una mujer que ha sabido darse a luz primero, resignificar su propio nacimiento, para dar a luz a su hija… dar a luz… porque las sombras van y vienen, nos abrazan, nos acompañan, están allí para recordarnos de dónde venimos. Este libro habla de una mujer y de muchas, del amor y su cauce y también nos habla de la historia comprendida en nuestras células, de quienes nos habitan, de dónde venimos, del viaje de la vida que gesta, que pare, que sigue siendo más allá de nuestros anhelos: la vida es y se abre camino, a través de nuestro cuerpo, de nuestros brazos, de nuestros pechos, de nuestro Ser todo, la vida es y en ella el amor encuentra su cauce, como el río que fluye siendo orilla y profundidad, siendo tormenta y remanso.