Candaya Poesía

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    La mano del fuego

    Joan Vinyoli

    La mano del fuego recoge 33 poemas imprescindibles de Joan Vinyoli (1914-1984), acaso el más grande de los poetas que ha dado la lengua catalana durante el siglo XX y sin duda el más influyente, seleccionados por Jordi Llavina, comisario de los actos del centenario de Joan Vinyoli, y cuidadosamente traducidos por el poeta Carlos Vitale.En la luminosa y turbadora poesía de este «huésped inexperto de la tierra» –como se definía a sí mismo el propio Vinyoli– el lector encontrará paradójicamente infinidad de estímulos para la reflexión: la necesidad perentoria de la poesía, la condición siempre sedienta del deseo humano, el raro milagro del amor, la percepción casi física de los zarpazos del tiempo en nuestro ser, la inexorabilidad de la pérdida, la urgencia de recurrir a los paraísos artificiales para no naufragar en la angustia o la realidad última e incontestable de la muerte.Poesía microscópica y telescópica a la vez, poblada de objetos reveladores que reconocemos como símbolos (una veleta en forma de gallo, una bola de billar, la escafandra, el hacha de leñador, el árbol cortado, un frasco de cianuro…) y de apuestas estéticas plurales (del misticismo casi órfico a la poesía de lo concreto), la obra de Joan Vinyoli impresiona, sin embargo, por su prodigiosa coherencia, la que le otorga su obsesivo intento de capturar la belleza del mundo en las palabras y trascender así a la mísera condición del hombre.

    De lo inútil

    Julio Espinosa Guerra

    Hay un camino que no se corresponde con la senda que otros ya han andado. No responde al deseo del caminante y está oculto por las ramas, las hojas caídas y las piedras. Es el camino más largo, porque quien lo comienza no sabe dónde concluye. Es el que emprende Julio Espinosa Guerra en  Delo inútil cuando, tras abrir una brecha por la que mirar, siente que el camino no está fuera, sino en nuestro interior y que para transitarlo hay que encontrar las palabras precisas y más transparentes.De lo inútil es un reencuentro con el mundo, a partir de una minúscula certeza: hay una inteligencia que no es racional y que nos permite conocer desde el estremecimiento, desde la emoción. Detrás hay un reaprendizaje de los sentimientos y una renuncia a los códigos del lenguaje poético heredado, que a veces sentimos cercana a la meditación oriental.Desde una escritura íntima llena de símbolos personales y matices biográficos (en la que se adivinan discretamente las huellas de maestros como Mark Strand, Charles Simic, Omar Lara o Ángel González), Julio Espinosa Guerra se asoma a «lo elevado desde abajo» y nos ofrece, según Dolan Mor, el libro más maduro, más inteligente, más vivencial y más enigmático que ha proyectado hasta ahora.

    El futuro. Poesía Reunida (1979 - 2016)

    Bruno Montané Krebs

    "Escribe tú la poesía por mí" o «Escribe para que nunca te mueras» decía una de las más de 50 cartas que Roberto Bolaño envió a su amigo íntimo Bruno Montané entre 1976 y 1997. Y eso es lo que recoge precisamente  El futuro. Poesía reunida (1979-2016): cuatro décadas de ejercicio tenaz y constante con las palabras del poeta chileno Bruno Montané, en su empeño por contemplar y pensar la vida (su oscuridad, su dolor, pero también su belleza y su éxtasis) a través del poema, esa «máquina / que elegimos para que el mundo reflexione», y hacerlo (o intentarlo al menos) inteligible y habitable.A pesar de que no aparecen aquí testimonios directos de la prehistoria del poeta Bruno Montané, activo partícipe de la neovanguardia infrarrealista de la década de los setenta en México, mitografiada en  Los detectives salvajes, pueden intuirse las urgencias y los desafíos que la inspiraron en algunos versos de  El maletín de Stevenson, el primero de los poemarios, aunque ya matizados por la contención, la serenidad y la plasticidad emotiva que caracterizan su voz poética y que, según las certeras palabras de Roberto Bolaño, está «hecha de pinceladas suspendidas en el aire, de sangre suspendida en el aire».Desde una poesía no exenta de marcados acentos sociales y políticos pero que huye del didactismo y la solemnidad, Bruno Montané captura las fisuras íntimas de nuestra precaria existencia («el dolor se talla y se detalla») y plantea la actividad poética como una colección de asombros y una forma de resistencia contra esa realidad que tiende siempre a devorarnos. De ahí que, junto al erotismo radiante o la necesidad de pensarse a sí mismo y restaurar una vida dañada, el sentido de perseverar en la escritura constituya la materia de este prodigioso «jardín mental» por el que los cuatro libros que dialogan en este volumen ( El maletín de Stevenson,  El cielo de los topos,  Mapas de bolsillo y  El futuro) nos invitan a transitar.

    Contra la vida quieta

    Elvio Romero

    Contra la comodidad de los poderosos, adentrándose en las raíces de la patria, que en realidad es la matria / madre de cada uno de nosotros. Así se muestra la poesía de Elvio Romero , al que tanta admiración rindió Rafael Alberti, que le dedicó algunos de sus libros.  Contra la vida quieta es, ante todo, un canto a la vida, a la necesidad de encontrarse con las raíces para emprender un viaje contra la vida quieta, parada, inmóvil de todo lo que huele a poder y a aguas estancadas: «De abajo, / desde abajo, / de allá abajo venimos». Un canto a la patria como madre de todos, la que da identidad a esas raíces, a ese origen herido de siglos. La poesía de Elvio Romero trata de emprender un viaje que comienza en las raíces de lo popular, en la historia más pegada a la tierra, a la historia de América: Libro de la migración (Yby-omimbyré), escrito en 1966, es un viaje mítico de los pueblos indígenas del Paraguay, un viaje del mestizaje, de voces guaranís, mestizos y criollos europeos, se trata de lo que Miguel Ángel Asturias definió como una poesía con «sabor a tierra, a madera, a agua, a sol». Pocos poetas americanos han conseguido llenar la poesía de esta vida, de esta naturaleza que vive en las raíces del ser humano.

    Memoria errante

    Cristina Falcón

    Se emprende un viaje que se cree de ida y vuelta. No se fija un límite temporal ni una edad, sólo se espera volver algún día a los espacios que sustentan la memoria. Pero en algún momento impreciso se desvanece la quimera del regreso y nos asalta la certeza de que ya no se sabe cómo volver y de que ya nadie nos busca: el viaje se ha hecho errancia y uno termina siendo de ninguna parte. «De haberlo sabido/ no habríamos cambiado por nada del mundo/ esa tierra/ ese barro bajo nuestros pies».La angustia, el dolor, la protesta dominan los poemas de  Memoria errante, un desnudo y tortuoso monólogo en el que Cristina Falcón Maldonado encara con dureza el desarraigo como destrucción y reconstrucción de uno mismo