¿Por qué Tocqueville? Porque aquí, en los confines del mundo, en el extremo Sur del continente americano, en el siglo XIX, cuando el acceso a las comunicaciones y las novedades literarias era más veloz que en los siglos anteriores pero tenía un ritmo lento para los estándares contemporáneos, un grupo de sudamericanos quiso pensar y cambiar su propio mundo político, nutriéndose de las enseñanzas del autor de «La Democracia en América». Y casi dos siglos después de ese momento, en la segunda década del siglo XXI, Tocqueville sigue diciéndonos mucho de la fenomenología de las sociedades democráticas modernas, de sus contradicciones internas, de sus potencialidades, de sus promesas incumplidas y de sus sueños posibles. Tocqueville en el fin del mundo. La Generación de 1837 y la Ciencia Política argentina es el relato de un enamoramiento intelectual, que permite el encuentro entre el pensamiento y la acción para comprender y transformar la realidad socio-política. Por un lado, se relaciona el abordaje tocquevilliano de la democracia como estado social con el análisis de la sociabilidad argentina que realizan algunas figuras representativas de la Generación de 1837 (Sarmiento, Alberdi, Mitre, López, Gutiérrez, Frías y Echeverría), lo que servirá de punto de partida para la elaboración de su proyecto político. Por el otro, se muestra a la ciencia política como una disciplina anfibia, teórica y empírica, capaz de abordar los fenómenos nuevos audacia, pasión, creatividad, compromiso y responsabilidad.
"Emerge en el presente libro una inédita comparación entre las obras de dos figuras mayores del pensamiento político como son Platón y Aristóteles. La audacia de Elena Mancinelli consiste en establecer un diálogo entre estos clásicos con la obra del psicoanalista francés Jacques Lacan en una articulación profundamente original y altamente fructífera que produce rigurosas formulaciones y novedosos puntos de vista. La elección de la obra de Jacques Lacan como matriz de lectura –en particular las nociones de goce y discurso del Amo– se revela como un elemento en extremo prolífico e insoslayable que permite el cuestionamiento del problema del Bien. Esta decisión permite mostrar cómo el discurso del Amo puede encontrar puntos de inestabilidad en las propias obras de Platón y Aristóteles (en un contrapunto brillante con Sócrates y Antígona) y problematizar, asimismo, las figuras del lazo social. De esta forma, si Platón y Aristóteles ocupan el lugar del Nombre del Padre en la Filosofía Política, a través de una herencia que se remonta a la filología clásica, la lectura de Mancinelli permite trasladarse hacia la praxis lacaniana como un modo de desplazamiento de esa primacía. Por ello, este libro se inserta plenamente en la Teoría Política pero, al mismo tiempo, la subvierte como un modo de pensar una nueva política por venir. La «anti-filosofía» política lacaniana no es una anti-política sino, al contrario, la reconsideración del sentido mismo de toda política. En este libro, Mancinelli logra el acto excepcional de someter a la propia Teoría Política a una suerte de psicoanálisis de sus presupuestos: el resultado, a través de Sócrates en la posición de analista y de Antígona como discurso del no-todo, permite el aflorar de lo femenino desestabilizante. Así, para nuestro mundo contemporáneo, no se puede continuar haciendo Teoría Política sin antes permitir que el auto-psicoanálisis de la disciplina logre asumir plenamente los desafíos de la caída del Nombre del Padre. Es la invitación que la autora propone al lector con fuerza inusitada" (Fabián Ludueña Romandini).