Nan-Shan

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    La frontera que habla

    José Antonio Morán Varela

    El autor nos invita a que nos embarquemos en una metafórica canoa y le acompañemos por los ríos de las cuencas del Orinoco y Amazonas que delimitan la frontera de Colombia con Venezuela y Brasil por donde se adentró en 2017 justo después de los acuerdos de paz con las FARC. Nos guiará, con la frescura del foráneo, a través de una narración que busca iluminar la opacidad impuesta por el conflicto bélico que dejó a la zona sin cronistas durante medio siglo. Pero el viaje, repleto de aventura y contratiempos, no es más que el hilo conductor para trascender lo anecdótico, la excusa para convertir cualquier parada, conversación o incidencia en historias reveladoras de la esencia de una Colombia que, como si de un funambulista se tratara, necesita mirar hacia adelante para no caer al abismo que le rodea. Nada como transitar sus fronteras para reflexionar sobre lo que ocurre en su interior, nada como trasladarse por la marginalidad de su difusa y porosa periferia para descubrir en cada recodo voces en busca de oídos que les liberen de sus infinitos ecos, paisajes que claman por no acoger a individuos siniestros y sueños esperanzados con materializarse. Los dispares personajes que con una naturalidad no exenta de drama se irá encontrando el viajero-lector, le retarán a introducirse por recovecos mentales con los que posicionarse ante los múltiples desafíos que le saldrán al paso. Es lo que ocurre cuando se presta atención a una frontera que habla. Es así como comenzará a familiarizarse con el que tal vez sea el país menos comprendido de Latinoamérica; y posiblemente, al final del recorrido, se unirá a Humboldt para proclamar que «La visión más peligrosa del mundo es la de aquellos que no han visto mundo».

    Afganistán

    Jorge Melgarejo

    Esta narración consta de espacios bien delimitados, comenzando por el relato pormenorizado de la historia de Afganistán para seguir con el de la guerra consecuencia de la invasión soviética, el de la lucha y posterior triunfo de los muyahidines, de los combates fratricidas entre las diferentes fracciones que dieron pie a que los interesados —Pakistán, Arabia Saudita, Emiratos y las petroleras norteamericanas— se comprometieran en la construcción de gasoductos para transportar las riquezas de Turkmenistán, aportando los medios para la creación del movimiento talibán que facilitaría dicha construcción. Se describen las penurias sufridas por la población afgana durante la dictadura de la milicia religiosa. Y se analiza la actuación de Al Qaeda y las andanzas de Bin Laden, en Afganistán y en Sudán, y las complicidades para su fuga de Tora Bora, señalando a los responsables de dicha fuga y la protección de Pakistán, haciendo especial mención a la intención de los estadounidenses de no involucrar al gobierno de Pakistán en la detección y ejecución de Bin Laden. La mayor parte de lo relatado ha sido vivido y testificado como periodista por el autor merced a sus veinticinco años de experiencia e incursión en el largo conflicto afgano.

    El Ártico

    José Luis López de Lizaga

    Viajé al Ártico en el verano de 2018. Compré un pasaje en un crucero que escogí cuidadosamente, tras descartar los barcos grandes que arrojan diariamente a centenares de turistas en las playas. Mi barco era el Rembrandt van Rijn, una goleta holandesa de tres mástiles provista de un motor, construida en 1924, con una tripulación de diez personas y camarotes para solo una treintena de pasajeros. El Rembrandt zarpó de Longyearbyen, en el archipiélago de Svalbard, navegó durante unos días por el noroeste de la isla de Spitsbergen, y después cruzó el Mar de Groenlandia y se internó en los fiordos de la remota costa oriental groenlandesa. Llevaba conmigo algunos libros, y en el Rembrandt había también una pequeña biblioteca sobre la naturaleza y la historia del Ártico. Llevaba también un hermoso cuaderno artesanal, de papel grueso y tapas de cuero. Escribí mucho durante las largas horas de navegación, hasta que se me acabó el cuaderno y tuve que comprar otro (por suerte era posible adquirirlos en el barco). Estas páginas recogen lo que escribí.

    El chador azul

    Beatriz Pitarch