Emilio Uranga y Ramón López Velarde fueron los principales testigos de una dramática historia; la de una «patria suave» y su amada imposible, «ojerosa y pintada»: la Revolución. Difícilmente encontraremos una lectura de López Velarde tan sostenida y con tantas capas como la de Emilio Uranga, filósofo y periodista. Las obras de uno y otro forman uno de los dísticos más agudos y más singulares de nuestra cultura. A ambos les interesó «todo lo que no tiene fin preciso, los despilfarros de fuerza y de pasión, lo fútil, lo que nadie mira, lo sencillo y suave, la debilidad, el pecado, la tristeza». Uranga supo ver en López Velarde, no sólo a un poeta católico, criollo y nostálgico, sino a un filósofo «cósmico», universal, humanista, el fundador, junto con Madero, de una «patria íntima». El presente libro reúne por vez primera los textos que Uranga dedicó al poeta zacatecano a lo largo de tres décadas. La mayoría de estos textos tuvo la vida efímera de un día en las páginas de un periódico. «En Emilio Uranga hay algunas páginas notables sobre López Velarde y aquella imagen del poeta jerezano sobre 'la viuda oscilante del trapecio', emblema para Uranga del ser del mexicano. Es sorprendente que este año en que se ha celebrado el centenario del nacimiento de López Velarde ninguno de nuestros críticos haya recordado esas páginas penetrantes… Uranga fue un excelente crítico literario. Lástima que haya escrito tan poco. Hubiera podido ser el gran crítico de nuestras letras: tenía gusto, cultura, penetración… Es necesario recoger sus escritos. Son parte de la cultura contemporánea de México.»
Partiendo del hecho de que el fenómeno de recepción ha sido ajeno a los estudios sobre la literatura fantástica mexicana del siglo XIX ya que, de acuerdo con Hans Robert Jauss, se ha tendido a narrar la Historia de la Literatura desde una «estética de la producción y la exposición», el presente trabajo se presenta como la reconstrucción del complejo fenómeno que supuso la introducción de la obra de Edgar Allan Poe en México, autor cuyo estudio resulta esencial para entender el rumbo que adoptó lo fantástico en la segunda mitad del siglo XIX. La perspectiva elegida permite dar cuenta de la adopción de un género o modo literario que se consideraba ajeno a la sensibilidad mexicana dentro de un proceso dinámico, que se aparta de la imagen monolítica con la que se tiende a contemplar las obras del periodo y que permite tener conciencia de la complejidad del fenómeno y de la transformación que tuvo lugar en el público. Con ayuda de un vasto material bibliohemerógrafico (constituido por notas, artículos, anuncios, traducciones, textos apócrifos, críticas y obras literarias), así como la de la ubicación del fenómeno dentro de un marco contextual amplio, que excede el campo meramente artístico y literario, para considerar los factores políticos, económicos y culturales que conformaron el horizonte de expectativas de la época, se plantea esta investigación de literatura comparada que además de constituir una aportación a los estudios literarios del siglo XIX mexicano es asimismo una ampliación del conocimiento que se tiene sobre las relaciones entre las literaturas estadunidense, francesa y española en México.
En Isis modernista se abordan la expansión y el impacto en el mundo de habla español ade las dos corrientes esotéricas más importantes en la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX: el espiritismo y la teosofía, a partir sobre todo del mundo literario, aunque sus efectos se vieron también en otros ámbitos, como el social, el religioso, el artístico, el educativo y el político. Para ello se hace una presentación de qué y cómo ha de entenderse el fenómeno esotérico en lengua castellana, aprovechando para esto la reflexión académica esoterológica de los últimos treinta años, y dándole un contexto histórico y cultural de modernidad y secularización que permita entenderlo mejor, más allá de los prejuicios positivistas, marxistas o cristianos de la cultura oficial, o de las adhesiones acríticas de sus adeptos. Se revisan en especial los casos de cuatro países representativos de dicha geografía panhispánica (España, México, Costa Rica y Argentina -origen, norte, centro y sur-), si bien algunos rasgos encontrados son extrapolables a otros países de la región. Además, se reúnen algunos textos sobre tópicos esotéricos de escritores de la época, como Ramón del Valle-Inclán, Juan Varela, Amado Nervo, José Juan Tablada, Leopoldo Lugones y Roberto Arlt, entre muchos más. Se pretende de esta manera que el lector cobre conciencia de la importancia cultural del fenómeno esotérico en nuestra lengua.
Walt Whitman, célebre poeta estadounidense y uno de los más influyentes en la poesía universal, también cultivó el periodismo político y social. Poetas y escritores de la talla de Rubén Darío, Pablo Neruda, José Martí o Jorge Luis Borges le profesaron respeto admiración. Afín al populismo de Andrew Jackson y sus sucesores en la Presidencia, su visión racial heterodoxa en el fondo no se apartaba de las líneas dominantes de su tiempo. Era abolicionista, aunque pensaba que negros, blancos y aborígenes debían conservar el lugar que supuestamente les correspondía por un insuperable atraso. Devoto del Destino Manifesto, en ocasión de los daños infligidos por su país a México escribió varios artículos en los que arengaba a las tropas de su país a vencer a sus vecinos al oeste. Fue un vehemente propagandista de la guerra, y un expansionista con voz de tinta y papel que proponía cómo y cuándo debía darse una victoria aplastante sobre nuestro país. Sus duras expresiones contra los mexicanos contrastaban con su visión de los españoles en quienes veía gallardía, caballerosidad, pureza de raza, nobleza y valor. Le queda muy bien el calificativo de supremacista blanco del siglo XIX. Este libro no trata solamente de Whitman, sino de las circunstancias que le fueron más próximas y otras no tanto, pero siempre pertinentes. Un Whitman en un vacío político, cultural e histórico nos dejaría cortos, y más frente al velo de gloria tejido por quienes lo han elevado al Olimpo de las Letras.