Zahorí 1 El legado. Camila Valenzuela

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Название Zahorí 1 El legado
Автор произведения Camila Valenzuela
Жанр Книги для детей: прочее
Серия Zahorí
Издательство Книги для детей: прочее
Год выпуска 0
isbn 9789563634020



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      A ti, papá,

      por leerme en las noches

      hasta quedarte dormido.

      Contenido

       Portadilla

       Dedicatoria

       Origen

       Cambios

       Puerto Frío

       Acertijos

       Sodalita

       Ancestros

       Profecía

       Abrumada

       Encuentro

       Pacto

       Murmullos

       Oscuros

       Furia

       Normal

       Conexión

       Distintas

       Juramento

       Sorpresas

       Escondidos

       Despertar

       Enviados

       Fatalidad

       Traición

       Legado

       Despedida

       Créditos

      Origen

      Cercanías del Reino Thomond, Provincia de Munster, Irlanda del Sur, 1320

      Esa noche la lluvia marcaba agujeros en la tierra. Imponentes robles y helechos ocultaban la entrada que unos pocos conocían, solo los más leales a ella. Unos muros altos de piedra musgosa se erigían helados a su lado y la humedad inundaba el lugar, calándole de frío los huesos. Sin embargo, no necesitaba más que eso: estaba a punto de lograr aquello por lo cual había luchado durante tanto tiempo.

      La lluvia se había impregnado en cada fibra de su capa negra haciendo que le pesara sobre los hombros. Con una mano llevó hacia atrás el capuchón que derramaba algunas gotas sobre la punta de su nariz, dejando al descubierto su piel blanca y ojos verdes. Una bola de fuego flotaba sobre la palma de la otra para iluminar el camino angosto que llevaba al centro de la cueva. A pesar de que la visitaba a menudo, el barro y las piedras eran la mezcla perfecta para caer de bruces, así que dio cada paso lentamente como si fuera su primera vez ahí dentro. Al cabo de unos minutos de recorrer el túnel estrecho y gélido, desembocó en el corazón de una caverna donde un goteo incesante llenaba con su eco la gruta ovalada. Arrojó la llama redonda hacia arriba para dejarla suspendida en lo más alto de la cueva. La luz era tenue, pero aun así se distinguían unas velas pequeñas ordenadas en círculo al centro de la gruta. Con la punta de su dedo índice encendió una de ellas para luego seguir con las demás. Así, a medida que el fuego cobraba vida, repetía despacio: “Tine dorcha, mo dorcha m’anam, draíocht dorcha anseo a chosnaíonn dom a chur”.1

      —Mis disculpas por el retraso —dijo una niña que se asomó por el pasillo. No llevaba antorcha ni capa alguna, por lo que su cabello largo y negro dejaba caer pesadas gotas de agua.

      —¿Hiciste lo que pedí? —preguntó la mujer que terminaba de encender la última vela.

      La niña asintió con una sonrisa amplia y comenzó a hurgar entre los bolsillos de su vestido. Al cabo de unos segundos, sacó una botella pequeña que, en su interior, contenía un líquido rojo.

      —Me costó hacer la mezcla —agregó, jadeando aún por el apuro—. Uno de sus ingredientes está casi extinto en estos bosques, pero lo conseguí, lady Ciara.

      Los ojos de la mujer brillaban de felicidad.

      —¿Sabes lo que esto significa? —le preguntó.

      La niña volvió a asentir con la misma sonrisa triunfadora de antes.

      —Entonces, no hay tiempo que perder, Cayla. Toma mi caballo, galopa rauda y haz todo cuanto ha sido planeado.

      Tomó la mano de la niña y dejó la palma mirando hacia arriba. En seguida, pasó sus dedos por encima y le dijo:

      —An dóiteáin de spiorad bheith leat.2

      Una bola de fuego apareció flotando a poca distancia de la palma de una asombrada Cayla:

      —Sería un honor tener esa facultad algún día, mi señora.

      —Tú podrás hacer eso y mucho más, querida mía. Ahora, ¡anda!

      Obediente, la niña volvió a desaparecer entre las sombras de la noche.

      ***

      Una multitud se congregaba en el corazón del bosque. Como era costumbre en cada luna llena, los cuatro clanes se encontraban reunidos alrededor del fuego. No obstante, podían sentir un aire desventurado, como si un presagio oscuro rondara el ambiente. La luna estaba oculta entre nubes negras y densas; la humedad de la tierra, el fuerte viento escarchado y la lluvia constante no permitían que el fuego lograra sostenerse. Algo hacía menguar su fuerza.

      Frente a los cuatro clanes y detrás del fogón había tres figuras femeninas: la primera llevaba una capa larga y verde; la segunda, una de color blanco, y la tercera, otra de tonalidades azules. Despacio, la mujer de capa verde les habló a las demás:

      —¿Dónde está Ciara?

      —Lo desconozco, Aïne —respondió la de