Reinventa las reglas. Meg-John Barker

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Название Reinventa las reglas
Автор произведения Meg-John Barker
Жанр Сделай Сам
Серия UHF
Издательство Сделай Сам
Год выпуска 0
isbn 9788415373964



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Se pueden leer brillantes reflexiones sobre esto en:

      Chödrön, P. (2014). Fail, Fail Again, Fail Better. Sounds True; y Goldberg, N. (2005). The Great Failure. HarperOne.

      29. Batchelor, M. (2003). Meditar para vivir. Gaia.

      30. Van Deurzen, E. (1998). Paradox and Passion in Psychotherapy: An Existential Approach to Therapy and Counselling. Wiley, p. 13.

      31. Puedes leer más sobre empatía y honestidad en rewriting-the-rules.com/conflict-break-up/kindness-and-honesty-can-we-have-one-without-the-other.

      32. Hay muchos más ejemplos en este zine: rewriting-the-rules.com/self/hell-yeah-self-care.

      3 Reinventa las reglas del amor

      Fig. 3.1. La Media Naranja.

      ¿cuáles son las reglas?

      Este libro es un acercamiento, por supuesto, a las reglas del amor. Comenzamos a analizarlas en el capítulo 1, echamos una ojeada al estado actual de las relaciones amorosas, y en el capítulo 2 valoraremos cómo la forma en que nos queremos puede estar relacionada con cómo nos relacionamos y queremos a otras personas. El resto del libro explora muchas de las reglas en torno a la relación romántica ideal por la que nos animan a luchar: el tipo de sexo que se supone que debemos tener, los roles de género que se supone que debemos seguir, la forma en que debemos llevar a la práctica la monogamia, el compromiso, los conflictos y las rupturas. Pero antes de analizar esas áreas específicas, necesitamos tener en cuenta las reglas generales del amor: ¿qué buscamos en el amor y cómo imaginamos que sucede?

Reflexiona sobre estoEl amor perfecto

      Piensa sobre tu propia idea de una relación amorosa perfecta. ¿Con quién sería? ¿Cómo comenzaría? ¿Cómo te sentirías respecto a esa persona? ¿Cómo te sentirías respecto a ti? ¿Cómo se desarrollaría? ¿Qué tipo de tiempo y espacio compartiríais? ¿Qué tipo de futuro imaginas?

      Podrías pensar también en cuál es el origen de esas ideas sobre lo que es el amor perfecto. ¿Cómo aprendiste cómo debe ser una relación, y cómo saber que estás sintiendo amor? ¿Cómo puedes saber que ha sucedido y cómo debe evolucionar?

      Esto no es una especie de truco para acusarte de haber estado siguiendo «las reglas» sin haber sido consciente de ello. Todo el mundo tiene ideas sobre cómo deben ser las relaciones, y esas ideas no surgen de la nada. Resulta útil explorar cuáles son y de dónde vienen, en lugar de aceptarlas sin cuestionarlas. Si podemos comprender las reglas en profundidad, seremos más capaces de decidir cuáles nos son más útiles y cuáles lo son menos.

      Probablemente la regla dominante sobre el amor sea que por «amor» entendemos cierto tipo de relación romántica, generalmente exclusiva, sexual y que probablemente incluya convivencia. Sabemos que existen otros muchos tipos de amor —amor a nuestras amistades, amor entre descendencia y progenitores, amor propio, etc.—, pero ese es el amor del que todo el mundo asume que estamos hablando. Exploraremos esto más a fondo al final de este capítulo, pero de momento emplearé la palabra en el sentido romántico, dado que eso es lo que la mayoría de la gente entiende cuando habla de amor.

      Unida a esta idea de amor romántico está la idea de la Media Naranja: somos medias-personas vagando por el mundo en busca de una pareja perfecta que «nos complete». Esa idea está detrás de muchas otras reglas de las que hablaremos en este libro. La Media Naranja es más importante que cualquier otra persona en nuestras vidas, probablemente incluso más que nosotros mismos. Si no has encontrado a la Media Naranja, debes dedicar mucho tiempo y energía a buscarla y a hacerte más deseable para ella. Sentiremos una atracción inmediata y abrumadora por nuestra Media Naranja. El sexo será el-mejor-del-mundo: nuestros cuerpos se encontrarán por primera vez como si estuviesen diseñados para encajar. Nuestro amor por la Media Naranja debe ser tan intenso que nunca miremos a nadie más. Debemos entender a nuestra Media Naranja a un nivel casi telepático, de forma que nunca haga falta discutir. Debemos comprometernos por completo y vivir felices a su lado el resto de nuestras vidas.

      Historias de amor

      Nos educan con esos mensajes desde una edad muy temprana.1 Los cuentos de hadas y las películas de Disney que se inspiran en ellos solo se centran en el drama de encontrar a la Media Naranja, como si esa fuese la única preocupación en la vida y lo que nos hará vivir-para-siempre-felices.

      Las comedias románticas cuentan una historia parecida, y las películas de acción suelen entregar al héroe el amor como premio.

      Los mismos mensajes están omnipresentes en las revistas femeninas, que presentan el amor como la mayor aventura de tu vida. Echa una ojeada a cualquier portada y verás que prácticamente todos los titulares están relacionados con la forma de vestirse para gustar a los hombres, qué cosas evitar para no «quitarle las ganas» a los hombres, «verdades sobre las relaciones» que necesitas comprender, y «cosas divertidas» que probar con «tu hombre» para que la relación avance. Aunque por lo general los medios de comunicación dirigidos a hombres dedican menos espacio a las relaciones, también comunican esos mensajes de forma alta y clara, en especial la idea de que los hombres deben sentirse atraídos por cierto tipo de mujeres —de acuerdo con el tipo de cuerpo ideal mencionado en el capítulo 2— y de que ellos necesitan ayuda y consejos para saber si «ella es la Media Naranja» y cómo «tener éxito» en las relaciones.2 Exploraremos esas reglas de género más en profundidad en el capítulo 5. De momento podemos concluir que la mayoría de la gente está expuesta a las reglas del amor a diario, desde los medios de comunicación a la publicidad pasando por las apps para ligar.

      El lenguaje del amor

      Pero nos venden a la Media Naranja con entusiasmo no solo desde la publicidad y los medios de comunicación, sino que está incrustada en las mismísimas palabras que usamos para hablar de las relaciones. La ausencia de cualquier término alternativo puede hacer difícil que la gente hable sobre relaciones de otra manera.3

      La Media Naranja implica que existe una sola persona en el mundo que nos está esperando, así que tenemos que esforzarnos para encontrarla y mantenerla: no existirá otra Media Naranja, y sería un desastre tener que conformarse con la segunda opción. Esa «otra mitad» sugiere que las personas no son suficientes por sí solas: necesitan otra mitad para completarlas, de ahí el inmenso estigma que existe en torno a la soltería.4 El concepto de alma gemela sugiere que encontrar a esa persona es crucial porque nadie más podrá acompañarnos como lo haría alguien que ofrece una verdadera compañía a nuestra alma. La «pareja ideal» y la idea del Príncipe Azul, de la Princesa, del Hombre Perfecto, la Mujer Perfecta, la Pareja Perfecta implican que esa persona —cuando la encontremos— encajará a la perfección en nuestra vida en todos los sentidos.

      El lenguaje del amor crea jerarquías entre relaciones románticas y otros tipos de relación. Nuestra pareja debe también ser nuestra mejor amistad, la persona más importante en nuestra vida. Tiene que serlo todo en nuestra vida. El amor de verdad es el amor romántico y sexual, es unirse a alguien de por vida. Todos las demás clases de amor resultan en comparación sosas y mediocres.

      Las reglas del amor y los patrones relacionales

      Vale la pena detenerse un momento para pensar en cómo interiorizamos las poderosas reglas culturales, de forma que llegamos a sentir realmente esa llamada para encontrar a la Media Naranja, esa sensación de vacío si no lo hacemos y esa experiencia embriagadora de enamoramiento si la encontramos. No se nos inoculan los mensajes de los medios de comunicación con una aguja hipodérmica,5 sino que participamos activamente en la cultura que nos rodea de diferentes formas, basándonos en nuestras propias experiencias e intersecciones, y en otras ideas a las que nos exponemos.